Cocinarle a una persona es un acto de amor puro.
Cocinar es más que sólo seguir una receta y mezclar ingredientes en un tazón. Cuando realmente disfrutas hacerlo, se convierte en tu espacio seguro, donde puedes llorar y reír cuando sientes que el mundo se derrumba.
Además, el ocinar se ha convertido hoy en día, una cura común para el estrés o el desaliento, siendo un placer inexplicable que hace que sus vidas sean más felices.
Aunque existe toda una ciencia detrás de la cocina, no es sólo cuestión de técnica o entender principios básicos de termodinámica, también del amor que le inyectes. Cocinar requiere de esfuerzo pero también de corazón. Por ello, las personas que aman hacerlo tienen una perspectiva muy especial de la vida.
Quienes aman cocinar tienen un superpoder y es que son capaces de expresar amor sin la necesidad de las palabras.
Dar a los demás nos llena el alma de muchas maneras, especialmente cuando es a través de platillos deliciosos. No importa qué tan elaborados o simples sean, ya que el cocinar es un acto de amor.
Hay una satisfacción única en compartir tus platillos con otros y ver cómo disfrutan de cada bocado. Y es que por instinto, los seres humanos nos sentimos protegidos y amados cuando alguien más nos proporciona alimento, es nuestra forma de combustible y por tanto, de supervivencia.
Es una actividad muy íntima y cuando compartes con otros lo que haces, estás demostrando que tienen tu apoyo, tu amor, tu respaldo, y ese es el tipo de cosas que realmente promueven el bienestar, el crecimiento positivo y la cercanía dentro de las relaciones.